María luce la modestia de tener una visión especial en cada uno de sus cuadros,
en escenas así de comunes, que parecen ser tomadas a partir del ojo de una cerradura,
de la cabeza de un alfiler,
cuando cada uno de nuestros movimientos cabe en un lienzo.
Sin duda alguna, consigue procesar la realidad
y ofrecérnosla como pan recién hecho, humeante.
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